Narbona, ubicada estratégicamente en el sur de Francia, es una ciudad que combina un clima mediterráneo excepcional, un patrimonio histórico impresionante y una rica oferta gastronómica. Aunque durante décadas pasó desapercibida para muchos viajeros, hoy se posiciona como uno de los destinos turísticos de mayor crecimiento en el país. ¿Qué ha cambiado?
El Renacimiento de Narbona
El auge reciente de Narbona como destino turístico se debe, en gran parte, a la mejora en las comunicaciones. Aunque ya contaba con una autopista que conecta todo el sur de Francia, la inclusión de la ciudad como parada en la red de trenes de alta velocidad ha sido crucial. Ahora, es posible viajar directamente desde España gracias a los trenes AVE operados por Renfe-SNCF, que unen Narbona con Madrid, Zaragoza y Barcelona, esta última a tan solo dos horas de distancia.
Una Historia de Conexiones
Ser un punto estratégico de comunicación no es algo nuevo para Narbona. Durante la época romana, la ciudad fue un núcleo clave gracias a la vía Domitia, una calzada que unía Italia con Hispania. Vestigios de este antiguo camino aún pueden observarse bajo la céntrica Place de l’Hôtel de Ville. En su época dorada, Narbona se consolidó como una de las principales colonias romanas en la Galia, y los restos arqueológicos de esa era, como los del Fórum y el Horreum —un museo subterráneo—, son testimonio de su importancia histórica.
La Catedral: Un Ícono Incompleto y Majestuoso
El mayor emblema de Narbona es la catedral de los Santos Justo y Pastor, un imponente templo gótico conocido por su grandeza y, curiosamente, por estar inacabado. A pesar de ello, su tamaño monumental refleja la relevancia que la ciudad mantuvo durante gran parte de la Edad Media. Además, Narbona fue un bastión clave del catolicismo en su lucha contra la herejía cátara, cuyo eco histórico aún resuena en lugares cercanos como Albi y Carcasona.
Más Allá de la Ciudad: Atractivos Cercanos
La ubicación de Narbona la convierte en un excelente punto de partida para explorar su entorno. A pocos kilómetros se encuentra la abadía de Fontfroide, un monasterio cisterciense con un papel destacado en la lucha contra los cátaros y en la fundación de comunidades religiosas, incluso al otro lado de los Pirineos, como el monasterio de Poblet en Cataluña.
Otra atracción imperdible es la Reserva Africana de Sigean, situada a solo media hora de Narbona. Este parque zoológico ofrece una experiencia única, con miles de animales en semilibertad que evocan la sensación de un safari en la sabana africana.
El Encanto del Canal de la Robine
El canal de la Robine, que conecta el río Aude con el Mediterráneo, es otro de los tesoros turísticos de Narbona. Construido en el siglo XVII para facilitar el transporte marítimo, hoy en día ofrece una experiencia inolvidable: alquilar un barco para recorrer sus 32 kilómetros. Navegar por este canal, cruzando sus 13 esclusas, no requiere más que un carné de conducir, lo que lo convierte en una actividad accesible para todos.
Un Destino en Ascenso
Con su combinación de historia, cultura, naturaleza y facilidad de acceso, Narbona se ha transformado en un destino que no solo merece una visita, sino que promete cautivar a quienes buscan una experiencia auténtica y enriquecedora en el corazón del Mediterráneo. Si aún no has explorado esta joya, ahora es el momento perfecto para descubrir todo lo que tiene para ofrecer.
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